Pequeña fuente de misericordia
En la vida y misión de nuestra pequeña Familia de Betania:
«Primero está el Evangelio, que para nosotros constituye, sobre todo, la persona de Jesús y su mensaje. Nuestra espiritualidad, si es que la tenemos, tiene como piedra miliar o punto de arranque su Persona. Si no somos enamorados del Señor, no somos nada. En un momento dado de nuestras vidas, nos hemos sentido sorprendidos y amorosamente visitados por una Presencia. Somos, sin duda, una caña rajada, vacía y llena de agujeros. Pero si Dios quiere pasar por nuestras vidas, puede producir una hermosa melodía con nuestra pobre realidad. Y quizás es éste nuestro secreto misterioso: sabernos pobres, un conjunto de debilidades, pero visitados por una Presencia. Nuestro caminito, si es que lo tenemos, es simplemente “yo le miro y Él me mira” (S. Juan Mª Vianney)
Entre nosotros se hace ya proverbial la frase “tener los ojos fijos en Jesús”. El misterio de amor que nos envuelve y nos abarca suscita en nosotros, ante todo, el asombro. Y este «asombro de un Amor» se traduce en nuestros corazones en adoración, silencio y embelesamiento. Si algún punto de referencia tenemos entre nosotros, es éste. Y cuando, para nosotros, hacemos uso de la expresión “vida evangélica”, nos referimos, sobre todo, a desbrozar la figura de Jesús y poner en ella nuestro corazón. Es de aquí de donde nacen nuestras ganas de estar con Él, “estése a solas con el Señor” (Sta. Teresa), “mire que le mira” (Sta. Teresa)».