Oración

Corazón abierto al Amor

La oración es una alegría, un «trato de amistad» (Sta. Teresa de Jesús) con Dios Amor que lleva a vivir siempre a los pies de Jesús, a su imitación (cf. Ga 2, 20), al mismo tiempo que convierte el corazón en un ardiente deseo apostólico de hacerle conocer y amar.

 

El amor y unión a María traspasa toda la vida orante de la pequeña Familia.

 

Cada pequeño hermano y hermana recuerda, a través de la oración constante y fervorosa, que «en Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 28) procurando vivir en las actividades diarias la Presencia de Dios, en atención constante a las mociones del Espíritu Santo que siempre nos lleva por el camino de Jesucristo.

 

«Cuando el fuego es grande no se apaga con el viento, antes crece; y así, cuando uno ama a Dios de burla, con un soplillo que le soplan se apaga su fuego como candelilla. Mas el verdadero amor crece en los trabajos; porque más fuerza pone a sufrir, mientras más viene qué sufrir; y como sea de Dios, vence los trabajos, y ninguna agua basta para apagar este fuego que del cielo descendió» (S. Juan de Ávila).

 

 

 

Contempladlo y quedaréis radiantes (Sal 33, 6). 

 

La pequeña Familia es consciente de que la fecundidad del trabajo y el apostolado dependen de la unión vital con Cristo y es siempre «la caridad conseguida sobre todo en la Eucaristía su  "alma"» (Catecismo de la Iglesia Católica, 864), por eso cada pequeño de la Familia procura:

 

1º La celebración de la Eucaristía, diaria en la medida de lo posible, como fuente, cumbre, raíz y quicio de toda la vida.

 

2º Cuidar la prioridad diaria del espíritu de oración y la oración misma en cuanto al tiempo y la intensidad, especialmente, si es posible, junto al Sagrario.

 

3º Ejercitarse en la vida interior antes y durante el trabajo y el apostolado para «transmitir a otros lo contemplado» (Sto. Tomás de Aquino Suma Teológica IIº 2º p.188, a. 6; cf. Sta. Teresa de Jesús, Conceptos de Amor de Dios c. 7, 3-9 y Vida c. 13, 8-9), y así sean un desbordamiento del amor de Dios y de sacrificio hasta la cruz.

 

La oración de la Liturgia de las Horas, cántico del Verbo encarnado en unión con toda la Iglesia en honor del Padre, es vivida por cada miembro de la pequeña Familia según su propia condición, a la vez que es ofrecida a quienes vienen a la casa de Betania

 

La oración común se prefiere como fuerza de la pequeña Familia, procurando hacer de la oración litúrgica una auténtica fusión con la oración personal. «Todo está en esforzarse en vivir la unión con Jesús» (Siervo de Dios Diego Hernández).

 

El lugar de la oración será sencillo, acogedor y religioso para ser conscientes de nuestra pequeñez y favorecer el asombro ante la Presencia de Dios.

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