Cuando el Señor nos concedió el don de la confianza
y el abandono en sus manos, los pequeñuelos de Jesús dimos verdaderamente con nuestro camino en la Iglesia.
Santa Teresa del Niño Jesús nos ayuda en este «camino de la confianza sencilla y amorosa» en Dios que «no es más que Amor y Misericordia»:
«La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor...».
«No es el ingenio ni los talentos lo que Jesús vino a buscar a la tierra… cómo le gusta la sencillez… no aspira más que a una gotita de rocío».
«La santidad no consiste en tal o cual práctica. Consiste en una disposición del corazón que nos vuelve humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad y
confiados hasta la audacia en su bondad de Padre».
«Me gustan sobre todo estas tres virtudes pequeñas: la dulzura de corazón, la pobreza de espíritu y la sencillez de vida...» (S. Francisco de Sales).