Acogida, escucha y servicio a los necesitados del amor de Dios
«Fue Jesús a Betania» (cf. Jn 12, 1). La razón de ser de la pequeña Familia es dar acogida hoy a Jesús en cualquier persona, «a Mí me lo hiciste» (Mt 25, 34-40), especialmente en quienes están heridos por el desamor, la desconfianza, el miedo, el cansancio, el vacío de Dios, y sobre todo, buscan crecer en su vida cristiana.
«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (Concilio Vaticano II GS 1).
«Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6, 36).
Prontos en ofrecer una acogida fraterna, tanto con el alivio de las fatigas corporales como con la escucha pausada, la misión fundamental de la pequeña Familia de Betania es la diligencia en facilitar el encuentro personal con el Señor y acompañar en la búsqueda o recuperación interior teologal.
«Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no hacerle mal hospedaje no dándole de comer. ¿Cómo se lo diera María, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara? Su manjar es que de todas las maneras que pudiéramos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben» (Sta. Teresa de Jesús).
La oración es la primera acogida que Betania realiza. Es al mismo Jesús a quien todos juntos recibimos. Es muy importante que quienes vengan a una casa de Betania perciban una pequeña comunidad muy unida por Jesucristo, a través de un seguimiento contemplativo, pobre y fraterno.
Betania ha de ser «una pequeña comunidad para refrescar los desiertos» (Hno. Roger de Taizé a la pequeña Familia, 01.09.1987)