«Tómame a mí y date Tú al mundo» (S. María Rafael)

Él nos ha elegido: «Jesús siente por nosotras un amor tan incomprensible, que quiere que tengamos parte con él en la salvación de las almas. No quiere hacer nada sin nosotras» (Sta. Teresa del Niño Jesús); empuja, nos guía con su Espíritu. «Como mi Padre me envió, así os envío yo... recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,21-2). «Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse» (Hch 2, 4).

«Le pedí a Jesús me permitiera reclinar mi cabeza sobre su pecho como san Juan... Recorrí el mundo entero enseñando a Jesús todo lo que quería que remediase… Todo se lo enseñé a Jesús y le dije: Señor, tómame a mí y date Tú al mundo. Reparte lo que a mí me das... Déjame repartir el tesoro que yo tengo entre los necesitados del mundo... ¡son tantos!..» (S. María Rafael).

 

El perfecto apóstol es aquel que es tomado en posesión por el Espíritu Santo, el Espíritu del Amor. «Ve y dile a mis hermanos» (Jn 20, 17). «Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad […] como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17,18-19.21).

Cada persona necesita y espera a Dios, aunque a veces no lo sepa. Nuestra pequeña Familia como Marta a María de Betania (cf. Jn 11, 28) desea ayudarles: «El Maestro está ahí y te llama» para darte su Amor; «ven y verás» (Jn 1, 46). Lo que falta hoy es Dios, su compasión, su misericordia, la oración… entonces todo cambiaría. Pero Dios se pregunta: «”¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?”. Contesté: “Aquí estoy, mándame”» (Is 6, 8).

 

«Amándole a él, se ha agrandado mi corazón, y se ha hecho capaz de dar a los que ama una ternura incomparablemente...por hacer bien a las almas, hacerlas amar más a Dios... estoy dispuesta a dar mi vida» (Sta. Teresa del Niño Jesús).

 

«Por conseguir que un hermano mío en el mundo, haga solamente un acto de amor a Dios, soy capaz de todo»; «Me he dado cuenta de que mientras esté en este mundo, la misión que el Señor quiere de mí es que ayude a los demás para amarle» (S. Mª Rafael).

 

«Como usted ardiera, pegaría fuego a quien se le arrimara»; «El Señor está empeñado en mejorar al mundo. Le fallamos los instrumentos»; «Sea su vida llevar almas a Cristo, que está el mundo muy necesitado de apóstoles» (SD Diego Hdez.).

 

 

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